Hay una concepción a tener en cuenta sobre la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado. Generalizamos como un cambio positivo esta incorporación, no obstante, hay que analizar los indicadores de calidad del trabajo de las mujeres. Puesto que la división sexual del trabajo sigue existiendo, los trabajos invisibles que sostienen la vida siguen sin ser reconocidos y los hombres continúan manteniendo la posición dominante en la sociedad.
Se hace necesario, por un lado, redistribuir las funciones y responsabilidades familiares, y por otro, la conciliación de la sociedad en general y el apoyo, desde las instituciones y otros organismos multilaterales. Hay que romper con la concepción androcéntrica del grupo familiar que dejaba (y sigue dejando) a la mujer una posición totalmente subordinada a su padre o mando (Diego, 2017)
El aumento de la sindicalización femenina ha sido empujado por su mayor participación laboral, pero ha ido más allá como lo reflejan las cifras. Y si bien son todos los sectores que han visto aumentada la participación sindical de las trabajadoras, son los sectores ligados a la sobrerepresentación femenina (servicios, educación, sanidad…) los que han experimentado un crecimiento más explosivo. Sin embargo, aun sigue sin notarse esa explosión de afiliación en una equitativa representación y liderazgo en los puestos de responsabilidad de los sindicatos. “aunque persiste un modelo masculino al interior de los sindicatos, las mujeres han ido irrumpiendo y superando muchas de las barreras que históricamente las han mantenido al margen” .