En el ámbito laboral, se tiende a asociar las violencias al acoso sexual y al acoso laboral. Sin embargo, existen otro tipo de violencias más sutiles, normalmente invisibles, que son más difíciles de identificar y denunciar. Por ejemplo, la división sexual de trabajo, la brecha de género, la segregación ocupacional y otras violencias, que son violencias reconocidas y denunciadas. Analicémoslas de una en una.
A nivel de datos, la la Organización Mundial del Trabajo (OIT) asegura que a ritmo actual, sin una acción dirigida, la igualdad salarial entre sexos no se alcanzará hasta dentro de al menos 71 años, evidenciando que las mujeres siguen ganando un promedio del 77% menos de lo que cobran los hombres.
Otra circunstancia que influye en las diferencias salariales entre mujeres y hombres, y en una mayor precariedad en sus condiciones laborales en general, es la maternidad. Tener hijos penaliza a la mujer, según recoge el informe “La brecha salarial relacionada con la maternidad” de la OIT, presentado en 2016, simultáneamente en Madrid y Ginebra, con motivo de la celebración del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer trabajadora. Las conclusiones de este trabajo reflejan que las mujeres sin menores a su cargo están mejor remuneradas que las que no los tienen.
Cuando hablamos de segregación ocupacional, nos referimos tanto a la segregación horizontal como vertical que persiste en todo el mundo, la cual relega a las mujeres a determinados tipos de trabajo o les impide ocupar posiciones de liderazgo. Un componente vital en el sistema capitalista heteronormativo, el cual se nutre de esta desvalorización. De aquí nace la existencia de ciertos empleos considerados femeninos, con peor remuneración y con una alta precarización.
La diferencia de calidad entre el trabajo formal y regular y el informal representa una de las principales fracturas en la estructura del empleo hoy, si bien estos trabajos se dan particularmente en el Sur del planeta, cada vez más también en los países de renta alta. Las personas trabajadoras en empleos informales suelen ganar menos, tienen ingresos más volátiles, carecen de acceso a servicios públicos básicos y protección, y mayor riesgo de pobreza en comparación con las personas trabajadoras en empleos formales. Además, contrariamente a lo que se pueda pensar, las crisis también afectan a los empleos informales, con la particularidad de que la pérdida de empleo no está protegida.
La segregación ocupacional que sufren las mujeres también se da a nivel vertical. Se trata de barreras invisibles que impiden a las mujeres alcanzar niveles jerárquicos más altos en el seno de las organizaciones. El denominado techo de cristal (segregación vertical), sigue siendo firme.